domingo, 16 de octubre de 2011

Adoptar un perro con Leishmaniosis


Una amiga nos ha hecho un escrito para el newsletter de paramascotas.net. Lo hemos encontrado tan interesante que hemos creído que era un tema adecuado para el blog. Aquí tenéis una gran historia:

Hola a todos.

Mi nombre es Noemi, y quería compartir nuestra experiencia de adoptar un perro con Leishmaniosis.


No me gusta mucho escribir, porque entiendo que para eso hay que valer, pero si relatando nuestra historia con Amy, conseguimos que alguien más se decida a dar una oportunidad a un perro enfermo de Leishmaniosis, el esfuerzo habrá valido la pena.

Para la mayoría de las personas, un perro positivo en Leishmania, implica que a ese animal, vulgarmente hablando, le queden dos telediarios, que sea un perro que necesita una atención constante, que sea enfermizo, en resumen, un drama.

En mi caso, Amy no ha sido el primer perro con Leishmania que he tenido, pero si ha sido la primera ( y no la última) que he adoptado ya enferma, y la verdad es que además de no arrepentirme, volveré a repetir la experiencia.

Mi primer perro con Leishmaniosis fue Bodo, un Rottweiller al que le detectamos la infección en la analítica anual que les hacemos para la leishmania. Evidentemente a Bodo se lo pillamos en un estadío muy temprano.

Me acuerdo del pánico que sentí cuando me enteré, y que no paraba de preguntarle a mi veterinaria que cuanto le quedaba de vida y las miles de cosas que se te vienen a la cabeza en un momento de esos.
Tengo muy presentes las palabras de la vete diciéndome que me tranquilizara, que si, que Bodo algún día se moriría, como se mueren todos, pero que no tenía que ser por la Leishmaniosis, de hecho así fue.

Seguimos el protocolo de pinchazos, de pastillas por aquí, homeopatía por allá, Echinacea para subir defensas…. y después de repetir el proceso alguna que otra vez conseguimos negativizar, si,si, negativizar, como lo oís.

Y así siguió muchos años, concretamente diez, en los que hizo vida normal y sin ninguna complicación. Cruzó el arco iris porque una hernia en la columna le dejó inmovilizado, y evidentemente no le íbamos a dejar que viviera en esas condiciones, no se lo merecía.

Entonces apareció Amy.

Amy es una galga, rescatada por Galgos112 de una perrera en Valencia. No puedo contar mucho sobre la historia de cómo fue la vida de Amy antes porque no he querido saberla.

Lo más dulce que se me pasa por la cabeza sobre su vida anterior es que la abandonaron porque por su enfermedad ya no la veían útil. Evidentemente, el estado al que la dejaron llegar les indicaba que esa perra ya no les iba a servir para cazar ni para hacerla parir cachorros a mansalva.

La inmensa mayoría de los perros con leishmaniosis que llegan a las perreras son sacrificados, y es una pena, porque considero que un perro enfermo tiene que tener las mismas oportunidades de ser adoptado que un perro sano.

Pero por desgracia, los seres humanos somos muy egoístas, y lo primero que pensamos es en el dolor que vamos a pasar cuando nos dejen, en lugar de pensar que al adoptar un perro enfermo le estás regalando vida.

Volviendo a Amy.

Amy era uno de los considerados casos urgentes para conseguirle una casa de acogida o adoptante porque había dado positivo (y qué positivo ¡!! ) en leishmania, y la iban a sacrificar. Nosotros nos habíamos ofrecido como casa de acogida a Galgos112, así que me explicaron el caso, la urgencia y por supuesto que hicimos la acogida.
Amy a su llegada

Amy actualmente



Y llegó Amy…..

Decir que antes se llamaba Valeria, pero cuando la fui a recoger a la agencia de transporte y la vi, la primera imagen que se me vino a la cabeza fue la de la fallecida Amy Winehouse, tan huesuda y desmejorada como lo estaba la cantante por aquellas fechas XD, así que le cambié el nombre y la llamé Amy.

Podéis ver las fotos del estado en el que llegó, y podéis comprobar que era lamentable.

En ese momento empezó nuestra vida juntas. Recuerdo el comentario de mi marido diciéndome que estaba loca al meter en casa un perro en ese estado, y me recuerdo a mi misma diciéndole “mira, tal y como está, si se muere al menos que lo haga en una casa, y no en una perrera”

Fuímos a que la examinase el veterinario y la verdad es que la cosa tenía muy mala pinta. Creí que no saldría de allí con ella.
Los valores de leishmania en sangre eran los máximos que analizaban los laboratorios, pero parecía que el riñón no estaba muy tocado, así que apostamos por ella.

Otra vez volví a los pinchazos y al protocolo que había seguido con Bodo años atrás, peleando otra vez con la enfermedad, y otra vez admirando lo fuertes que son y las ganas de vivir que tienen.

Amy empezó a coger peso, a recuperar pelo en las zonas que tenía calvas. Pasó de no poder subir apenas las escaleras a corretear como una loca por casa, a recuperar chispa en la mirada y a robarnos el corazón a todos (en especial a mi, al final la adoptamos, je,je, no podíamos desprendernos de ella).

Repetimos el protocolo y la verdad es que está genial. Está limpia de leishmania en la médula y para nada tiene un aspecto enfermizo.

El esfuerzo en sus cuidados ha sido mínimo comparado con los resultados y la satisfacción de verla mejorar día a día, y sobre todo verla vivir, eso no se paga con nada.

Un perro enfermo de leishmaniosis, tiene el mismo derecho que uno sano de ser adoptado, tiene Leishmaniosis, pero eso no impide que puedan llevar una vida plena, y ser cariñosos y fieles como el que más. Con un tratamiento y unas revisiones periódicas puedes darles la segunda oportunidad que se merecen, y puedes comprobar, tal y como yo lo he hecho, que leishmania no significa muerte.

Bufffff, pues ésta es nuestra historia,je,je, me encantaría que sirviera para darle la oportunidad a algún “leishmanioso” de ser adoptado, si es así….”yujurrrrr” por el que se decida ¡!!!

Un bassete muy grande de parte de Amy (alias la Rubia) y mío.

Muakssssss

Noemi